
Cuando ando media bajada, que mejor que un día de lluvia. La humedad y las pozas me inspiran salir a caminar, o quizás saltar por ahí.
Intentando olvidar las pesadillas que tuve ayer, y procurando no toser a cada segundo visitó el Teatro Municipal: gente bonita, vereda de San Antonio mojada. Entro, espejos y muchas estatuas.
La opera nunca a sido mi predilección, pero para hoy esta bien. "Tristan e Isolda" está por comenzar, con René nos sentamos donde creíamos era el mejor lugar. "Si me aburro nos podemos ir" seguro, respondí. Un historia de amor que no tuvo final para mi, porque tal como presagió René nos fuimos después del primer acto, al parecer la opera no es gusto de muchos.
Caminamos por el parque, una copa Dalí en el Bravissimo de Manuel Montt cerró el paseo. Llego a casa, la oscuridad me impide ver la lluvia, por lo que vuelvo a entristecer. Quizás escuchar a Calamaro o a Javiera Mena no me ayude del todo...
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