lunes, 8 de octubre de 2007

Metro Cuadrado



Quién dijo que no estaba preparada para el próximo 10K. Correr se ha transformado en una de mis actividades preferidas.
A pesar de que cada día me levanto temprano, finalmente termino corriendo. Corro de mi pieza al baño, de mi casa al paradero, de la micro al metro. Mi vida se ha transformado en una gran carrera, lo malo es que, a pesar de correr todo el día, no bajo ni un gramo, al contrario creo que mi masa corporal aumenta con el transcurso de los días.
Generalmente cuando el reloj recuerda mi retraso el Metro se encuentra lleno, colapsado. Santa Ana, estación donde hago combinación con línea 5, todas las mañanas me recibe amablemente con todas sus dependencias atiborradas de apurados santiaguinos que corren para tomar el primer vagón que pasa.
Un par de veces he escuchado la frase "todo pasado fue mejor", generalmente me molesta, pero hoy la recuerdo porque rememoro aquellas ocasiones donde viajar en metro no era una tortura, donde viajar el metro no me recordaba a un tarro de sardinas.
Marc Augé, antropólogo francés, dice que viajar en metro es una experiencia inolvidable, donde la frecuencia del metro nos enfrenta ciertamente a nuestra historia.
Efectivamente pensar en el metro y en sus múltiples estaciones me recuerda decenas de hechos, de historias. Por ejemplo, Estación Quinta Normal inevitablemente me recuerda a los últimos domingos, donde desde esa estación camino a la biblioteca de Santiago a ver una de las tantas películas de Woody Allen. Estación Santa Ana me evoca a mi primer año de universidad, donde luego de caminar por el barrio Yungay en busca de un tema para un reportaje, y luego de tomar una bebida en la vereda de una calle cercana no me quería despedir del V. Y bueno, Estación Baquedano, lugar de encuentro y estación más cercana a la casa de J. En fin, tal como menciona Augé, algunas estaciones de metro están asociadas a periodos precisos de nuestra vida.

Últimamente no me queda más que correr por los pasillos del metro y subirme al vagón más cercano a la salida. Ya ni siquiera me detengo a pensar por qué las personas que viajan en metro lo hacen de forma tan seria, o por qué siempre que me quiero sentar los asientos están ocupados, ya ni siquiera me preguntó qué es lo que lee la persona que va a mi lado, no mentira, eso lo no puedo evitar. Solo me remito a correr. Correr como si la vida se fuera a acabar cuando el conductor dice Estación Santa Ana, combinación con línea 5. Las puertas se abren y la gente tal como si estuvieran regalando algo corren hacia...

¡Estación Los Héroes, combinación línea 1!

¡Demonios! ¡Permiso, permiso!.

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